sábado, 18 de diciembre de 2010

Monet y la abstracción

Monet y la abstracción es una exposición compartida entre las sedes del Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid. Muestra la unión del innovador e independiente pintor parisino Claude-Oscar Monet y la abstracción pictórica producida a partir de 1950, momento en el que dicho autor del impresionismo vive un redescubrimiento artístico por parte de americanos pertenecientes al movimiento del expresionismo abstractos y seguidores de los informalismos europeos como Sam Francis, Joan Mitchell, J. Pollock, P. Guston o Gerhard Richter.
105 obras cedidas a ambas sedes en colaboración con el Musée Marmottan Monet de París, próximo destinatario de la muestra.
Este obseso por captar la instantaneidad de la naturaleza -vease sus puestas de sol- o de las expresiones faciales, fue llevado a cambiar inconscientemente su anterior estilo impresionista anacrónico, según vanguardistas de moda del siglo XX, camino hacia la abstracción. Un expresionismo abstracto desarrollado tras el fin de la II Guerra Mundial y guiado por la maternidad, técnica, pinceladas y formas del que se considera Padre del modernismo, Monet.
La muestra empieza en el Museo Thyssen Bornemisza con los inicios y bases del estilo de Monet influido por William Turner, visible si lo comparamos con la obra “El río Támesis” (Monet).
Monet se inspiraba en cosas o lugares como Ruán, el Támesis, Venecia o los Nenúfares para luego crear esas series de obras en torno al tema. La serie de los Nenúfares representan la realidad visual y pictórica desde el punto de vista del autor. Podremos ver también la misma conexión con la abstracción contemporánea de la mano de Gerhard Richter.
Jugando con las luces, los reflejos y los contrastes en sus dibujos observamos la influencia que produjo Monet en artistas como Clyfford Still o Barnett Newman. Para finalizar la exposición en este museo le acompañan autores como Mark Tobey, Lee Krasner, Philip Guston, Esteban Vicente, Cy Twombly o Willem De Kooning.
Manteniendo las ganas por saber más sobre este autor nos trasladamos a la Fundación Caja Madrid, o mejor dicho, al jardín de Giverny, fuente de inspiración principal en los últimos años de vida del francés. Seguidores como Joan Mitchell, Sam Francis, Zao Wou-Ki o Ellsworth Kelly visitaban esa fuente de inspiración para captar un poco de ella.

Critica descriptiva de una desconocedora de arte:

Emocionada, una vez dentro del edificio de la Fundación Caja Madrid, subimos las escaleras para intentar entrar en el jardín de Giverny propiedad de Monet. Saludando previamente al afable vigilante que vagaba por el pórtico en ese momento. Cruzamos la puerta y frente a nosotros encontramos un muro central tono verde pistacho poco merecedor de los innecesarios focos que avivan su color. En él las “Glicinas” de Monet, el tinte del muro que lo sostiene combina con el lila azulado del cuadro. Un morado que abraza a los otros tonos más verdosos y amarillentos que forman un conjunto vegetal fácilmente reconocible nada mas observar la obra.
Al otro lado del dique central nos encontramos el blanco pero eléctrico boceto alargado de Sam Francis. Haciendo incapié en este bipolar autor californiano, empezamos a bordear la sala de derecha a izquierda comenzando por sus 3 coloridas obras sin denominación que contrastan con su creación más albina, compuesta por unos matices marfiles y grises de poca intensidad que conforman una clara obra de arte sin lugar a dudas, de aquí su bipolaridad.
Tras él, llegamos a “la casa entre las rosas”, 3 paredes, cada una soporta un cuadro de Monet creando la sensación de estar dentro de una habitación desde las cual podemos contemplar un edén de rosas situado en el exterior.
En el ecuador de la sala, a las 12 en punto, nos encontramos con 3 enormes cuadros de Joan Mitchell, 2 de ellos pueriles donde abundan los colores caquis y el ultimo mas femenino con colores pastel llamado “Sans Pierre”.
La última pared contiene un muestrario de tablas de distintos colores como “Negro/Amarillo” obra compuesta increíblemente por una plancha rectangular tan oscura, opaca y lóbrega que parece negra junto a una lámina no tan larga como la anterior en un tono gualdo crenado pues una combinación de colores y formas admirables y difíciles de imitar. También vemos un cuadro magestualmente titulado “Tableau vert” que increíblemente es una tabla verde, ambos productos por obra y gracia de Ellsworth Kelly, actualmente son consideradas arte.
Nos despedimos de esta planta y sus comprensibles cuadros con la colección “Iris Amarrilla”. En ellos podemos ver como es ese vegetal, las mismas plantas desde un plano contrapicado, luego lo mismo con un plano abierto y adornadas con malvas para acabar con un simple “Nenúfares y agapentos” fácil de ver, realista por tanto hastiado.
Subiendo al piso de arriba podemos ver “Los jardines suspendidos” de Mª Elena Vieira da Silva, solo trazos para los poco eruditos, pero si te detienes a pensar y observar hallarás alguna flor, con este lienzo entendemos la complejidad de la mujer y su forma de ver el significado de las flores. Estos cuadros custodian “La vista de Ruan” de Monet, al que le sigue la minúscula obra de Nicolás de Stael, “La sombra sobre el mar” de Bazaine digna de ser contemplada por unos segundos hasta que dichas sombras cobren vida, y otros cuadros paisajísticos de Monet, más fieles a la realidad que los anteriores.
Destacamos a R.Ryman quien juega con el blanco en sus inmaculados, níveos y pálidos cuadros. Este es el único virtuoso creador que se hace manifiesto en los tabiques de nuestra morada.
G. Richter hace su aparición con obras como “La nieve” y “Paisaje marino” incapaces de ser enfocadas, cosa que nos recuerda a las cataratas que cubrían los ojos de Monet de las que fue operado para júbilo y alborozo de sus simpatizantes y parientes.
La exhibición se consume al adentrarse en el interior de una sala escondida donde descubrimos su vida, su formación y su inspiración.
Los documentales gráficos de Sacha Guitry corroboran la existencia del autor parisino y su jardín, secundado por las fotografías de Etienne Clementel.
Henry Cartier-Bresson fotografia su inspiración, el jardín de Giverny lugar de culto para los adeptos del artista al tratarse de la principal musa de Monet.
Como coronamiento final, vemos las interesantes obras de Zao Wou Ki, el desapercibido Milton Resnick y un impactante Joan Mitchell en sus cuadros “Tilo”, todos ellos acompañan al “Sauce Lloron” del protagonista que despiden la exposición apenado, mustio, afligido y triste.

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